Logopeda Infantil

Los primeros meses de vida, la principal fuente de comunicación es el llanto. Lo normal es que un bebé exprese mediante diferentes tipos de llanto cuando necesita comer, dormir, o cuando sienta alguna molestia. Las primeras señales de alarma en un bebé es que no llore de manera habitual, o haya presencia de un llanto débil. A partir del 4º mes de vida, aparecen los primeros sonidos, ya sea por imitación, por expresión espontánea o como forma de respuesta. La ausencia de los mismos es otro signo de alerta que hemos de tener presente.

Además de estos aspectos de índole oral, también podemos encontrar aspectos a nivel extraverbal. En los primeros meses, los bebés se giran hacia fuentes auditivas, y contestan mediante la risa social. La ausencia de estas actitudes son otros signos de alarma

Desde los 6 hasta los 12 meses es cuando habitualmente el pequeño empieza a anticiparse con gestos a los juegos y aparece el balbuceo, con repetición de vocalizaciones como “ma” o “pa” o que surgen de manera espontánea. También empiezan a comprender cuando dicen “hola” y “adiós”. Si te das cuenta de que tu hijo se expresa solamente con vocales y no participa en los juegos infantiles, ni responde a intercambios verbales que hagas con el o ella, pueden resultar señales de alerta.

Entorno a los 12 y 18 meses de edad, los niños comienzan a producir sus primeras palabras con un objetivo específico. En ocasiones, las expresiones orales pueden ir acompañadas de gestos, tales como señalar, saludar, movimientos con la cabeza, etc. Si detectas que no hay balbuceos ni variación de sonidos, y que tampoco hace intención de señalar o tocar objetos, así como falta de respuesta a su nombre o a ordenes sencillas, debes estar al tanto.

De los 18 a los 24 meses es el período más importante en el desarrollo del lenguaje. Los niños ya empiezan a dominar unas 25 palabras con combinaciones de dos y comienzan en la sintaxis. Son capaces de seguir una orden simple y reconocen su nombre.

En esta etapa no es común que no diga nombres o repita “mamá”, “papá”, etc. o que no comprenda instrucciones sencillas. Además, si no indica partes de su cuerpo o no las reconoce, esto es un signo de alarma para llevar a tu pequeño a un logopeda infantil. 

En esta etapa de la vida viven en una variedad lingüística muy amplia. Son capaces de formar frases con tres palabras, surge la pregunta “por qué” y comprende órdenes un poco más complicadas que en las etapas anteriores.

En esta etapa los motivos por los que te debes alarmar son si tu hijo no comprende las instrucciones verbales de dos pasos y que no utilice frases de dos palabras. Por otro lado, y a pesar de que el repertorio de sonidos va desarrollándose y no culmina hasta edades más avanzadas, has de estar alerta en cuanto a la inteligibilidad del lenguaje.

Otro indicio que puede hacerte pensar en si tu hijo necesita un logopeda es el grado de frustración cuando se comunica, ya que tu hijo puede tener dificultades para entender a los demás, y viceversa.

En estas etapa los niños ya tienen más vocabulario y emiten frases más extensas, preguntan mucho por el motivo de las cosas mediante el “por qué”, entienden órdenes más complicadas y se comprende lo que dicen. A estas edades, comienzan a aparecer elementos lingüísticos más complejos, como por ejemplo, adjetivos o pronombres.

Aquí deberías plantearte si empezar con la logopedia para niños si tu hijo no te entiende, tanto el uso de objetos como por ejemplo frases que implican un razonamiento complejo; si no utiliza frases de al menos tres palabras, si ves que le cuesta encontrar palabras para expresar sus ideas, o si ves que no amplía su vocabulario. 

Además de todos los signos de alarma comentados con anterioridad, los que predominan en esta etapa no son solamente oraciones de menos de 3 palabras, sino que también encontramos inconcordancias entre los elementos de las oraciones, así como omisión de nexos, conectores, etc.
A su vez, es de suma importancia la inteligibilidad del lenguaje. Si a estas edades persisten muchos errores articulatorios que interfieren en la inteligibilidad del lenguaje, hay que recurrir cuanto a antes a un logopeda. Las dificultades articulatorias no solamente pueden generar una frustración en el menor, sino que, además, puede tener repercusiones en edades posteriores en el desarrollo de la lectoescritura.

Ya en este período aumenta la seguridad y la confianza en los niños, les gusta expresarse, cuentan sus propias experiencias y vivencias, forman frases más complejas y se les comprende cuando hablan.

Los signos de alarma en esta etapa saltarán cuando a tu hijo le cueste comprenderte, sea incapaz de contar sus experiencias, bien porque tenga dificultades para estructurar su discurso o utilice frases de menos de cuatro palabras; o siga presentando una. dificultad articulatoria.

En esta fase el niño además de entender lo que se habla con él, también razona con frases más elaboradas y comparte sus experiencias con una vocalización y construcción comprensible para todos.

Si tu hijo no comprende lo que le dicen, no utiliza frases y tampoco relata con claridad sus experiencias, es una señal para que visites un logopeda especializado en niños. 

Un logopeda infantil es el profesional mayor cualificado para poner solución a todos los trastornos relacionados con las alteraciones del habla, lenguaje o voz de las niños y niños que pueden afectar a su escritura, lectura y expresión. 

Pero eso no es todo: un logopeda infantil también tiene un papel fundamental en la detección, evaluación y tratamiento de los problemas de deglución.

Por esto, siempre se recomienda que se acuda lo antes posible a los logopedas infantiles si se detectan ciertas dificultades para la comunicación o alteraciones en la masticación y deglución de tu hijo o hija.

Las sesión suelen durar unos 45 minutos ya que, si son más largas, los niños ya no prestan atención y se cansan y, si son más cortas, se requeriría de más sesiones en el tratamiento. Esto también se determinará una vez realizada la valoración porque depende del paciente y su capacidad de prestar atención. 

Existen tantos materiales y actividades como juegos y oportunidades se les pueda plantear a los niños porque a un mismo material se le puede dar diferentes enfoques a la hora de trabajar con ellos.

Sí que hay herramientas, actividades y juegos que pueden ser específicos, como los dominós, parchís o lotos que trabajan sonidos concretos. Pero por lo general, un mismo material se puede utilizar de diversas maneras.

Claro que podemos emplear en las sesiones juguetes y materiales que existen en el mercado, o incluso podemos crear un material especifico para un niño.

La clave es que sean lúdicos, divertidos y que susciten el interés del niño.

Los gustos personales de los niños son los que fundamentan la elección y creación del material, para así no solo poder tener oportunidades basadas en sus intereses, sino que además, fomentamos la conexión con el propio niño.

Y es que para el juego y las actividades infantiles, no hay más reglas que ver que el niño disfruta del juego, de la compañía y aprender cada día una cosa nueva.